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terça-feira, 30 de setembro de 2014

El Museo Espontáneo - en CULTURA, MUSEOGRAFÍA, MUSEOLOGÍA, OPINIÓN. ·

“No hay nada como un sueño para crear el futuro”.
Víctor Hugo (Los Miserables)

En el verano de 2011 se cerraba una pequeña librería de libros y guías de viaje en el barrio de Notting Hill, Londres. Aquella pequeña librería no tenía realmente nada de especial, salvo que fue uno de los protagonistas de la comedia romántica Notting Hill (1999), acompañando los tira y afloja amorosos de Hugh Grant y Julia Roberts. Un pequeño negocio como muchos que se encuentran en nuestras ciudades, sin especial valor arquitectónico, ni vendía realmente productos estrella, pero aquella película hizo que la pequeña librería “The Travel Bookstore” fuera conocida por millones de personas en el mundo entero. Se convirtió en uno de los lugares más visitados de Londres incluso ahorque se ha convertido en una tienda de ropa de segunda mano. Esta tiendecita se convirtió en un lugar memorable, en una parte del “patrimonio” de recuerdos personales de muchas personas.

 
NATRI – IMAGINATION -white t-shirt – women: imagination is more important than knowledge – Albert Einstein

Muchos lugares tienen algo especial, porque allí se ha producido un hecho histórico relevante, una revelación mística, porque es el lugar de una leyenda, otorgándoles el poder detracción sobre multitud de personas. A veces incluso no importa que sea un lugar de ficción o real. Existen muchos y variados ejemplos sobre este poder de convocatoria que ejercen lugares como el Palacio de Verona donde se desató el amor entre Romeo y Julieta con su trágico final. A los visitantes no les importa que Romeo y Julieta sean personajes que nunca hayan existido en la realidad, es más, seguro que para muchos sí llegaron a existir y no solo en su imaginario. Acuden muchas parejas y suelen dejar testimonio de su visita con inscripciones en las paredes del palacio. El público de una manera espontáneo lo ha convertido en el Museo del Amor.

 
Imagen: Synaptic Stimuli

En Gettysburg, lugar donde ocurrió una de las batallas más nombradas de la guerra civil norteamericana, se recuerda con puntualidad el acontecimiento. Se ha mantenido el paisaje intocable, todo permanece igual que en los tiempos del suceso: cultivos, cercas. caminos, campos, el mismo aspecto que tenía en 1863. Es uno de los acontecimientos de re-enacment más conocidos del mundo. Los soldados de ahora, actores y voluntarios acampan en los claros de los bosques, realizan sus marchas estratégicas acarreando artillería y gritando mientras disparan al aire en los lugares de la conocida refriega. Todo esto produce en el visitante una impresionante sensación de viaje en el tiempo con el apoyo de la escenificación con características cinematográficas que se constituyen también un museo. En este caso el museo está dedicado a la unidad nacional de Estados Unidos, haciendo acto de contrición por la violencia y consiguiente vergüenza nacional que representa una guerra fratricida.

 
Imagen: Evgenia Arbugaeva

La tiendecita de guías de viaje de Notting Hill, el palacio de Julieta en Verona o los paisajes de Gettysburg son museos auténticos. Son los nuevos santuarios sagrados de nuestro tiempo que, de forma a veces inducida, a veces totalmente espontánea, se han elevado a lugares que representan ideas, recuerdos, valores, conceptos en los que la gente cree. Sin diseño, sin arquitectura, prácticamente de forma accidental, han sido señalados como museos por el público y eso son muchas, muchísimas visitas. Eso es mensurable, es un enorme número de visitas. El indicador que mide el reconocimiento de un museo, el parámetro que, cuando es así de impresionante en poder de convocatoria, provoca que todo tenga un sentido muy real.


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