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quinta-feira, 13 de novembro de 2014

6 Diálogos Museográficos · en MUSEOGRAFÍA, MUSEOLOGÍA,

“La ciencia es el proceso que nos
traslada de la confusión al entendimiento”. 
Brian Greene

Cómo bien sabéis, para que se produzca un diálogo deben coexistir dos elementos indispensables: el emisor y el receptor. Cuando hablamos del diálogo museográfico, el papel de emisor lo interpreta la exposición y el receptor es el visitante. El contenido del diálogo, el objeto de la comunicación, lo elaboran los científicos y los conservadores, siendo el canal de comunicación el propio espacio del museo. Todos estos elementos interactúan entre sí generando interrelaciones e interacciones que conforman lo que denominamos museografía. Con relación a los diálogos que se producen en el museo como espacio de comunicación, reconocemos seis diferentes tipos de diálogo museográfico, el que se produce entre la exposición y el visitante:

1. El diálogo entre el objeto y el espacio. Es aquí donde reconocemos dos diferentes tipos de hacer museográfia: la clásica de toda la vida y la que contextualiza las colecciones del museo. Nosotros, como bien sabéis los que nos seguís, defendemos la segunda a capa y espada. Relacionamos la clásica con el polvo y el exceso de objetos en vitrinas. La nueva museografía además de mostrar objetos nos cuenta historias, provocando otra clase de diálogo, el que se establece dentro de nosotros mismos a modo de reflexión.



Archivo EVE

2. El diálogo entre los objetos. Los objetos acaban interactuando unos con otros, como si fuera una orquesta interpretando una suite o, en el peor de los casos, un caos desafinado. En este último caso, los objetos se anulan unos a otros generando lo que conocemos como “ruido”. El ruido se da cuando nos encontramos con una vitrina gigante con cientos de objetos con sus correspondientes cartelitos (todavía se ven escritos a mano que resulta romántico, pero poco práctico). Si colocamos una escultura clásica al lado de una cuadro de Mondrián (p.e.), el diálogo museográfico deberá generar el diálogo visitante-escultura-Mondrián que haga coherente esa combinación “elementos” aparentemente contradictoria y sin sentido.

3. El dialogo entre el objeto y el espacio, añadiendo la propia museografía como elemento emisor; tres eran tres. Aquí podríamos decir aquello que nuestro querido amigo Marsshall MacLuhan teorizaba: “el medio es el mensaje”. El soporte del diálogo entre objeto y visitante forma parte del mensaje. Un ejemplo evidente lo tenemos en la Neo Cueva de Altamira, dónde se la museografía ha creado un soporte nuevo adaptado a las circunstancias. La cueva real no se puede visitar en masa, por tanto la neo-cueva es una reproducción que nos permite comprender una realidad que no está a nuestro alcance, o solo lo está para unos pocos.



Matt Lyver

4. El diálogo entre los objetos y los soportes visuales e interactivos. Si colocamos una pantalla de televisión que emite una audiovisual al lado de un objeto, podríamos decir que esa emisión sustituye el diálogo entre el objeto y el visitante. El diálogo se produce entonces entre la pantalla y el visitante excluyendo al objeto de ese acto de comunicación. Eso no es bueno y desgraciadamente ocurre en demasiadas ocasiones. Conseguir el equilibrio en el ámbito del diálogo museográfico es muy difícil. Nuestro “yo” diseñador nos empuja a crear soportes que pueden fagocitar la comunicación legítima entre visitante y objeto, siendo la museográfica la que debe ayudar a que ese diálogo objeto-visitante sea fluido y universal.



Imagen: Kotaku

5. El diálogo entre el visitante y el objeto. Este es un diálogo sordo porque la museografía no puede conseguir que los objetos por sí mismos “hablen” contestando las preguntas del visitante. Sería el sueño de cualquier museógrafo que una estatua le hable al espectador. El desarrollo de la tecnología de la realidad aumentada pretende que ese diálogo se produzca, pero es un hecho sintético, nunca real.

6. Diálogo entre los objetos y el medio ambiente. Toda las soluciones que la museografía pueda aportar para que el medio ambiente forme parte de ese diálogo como elemento activo, pertenece a esta clasificación. Si conseguimos que el visitante reciba información ya no solo didáctica, sino también sensitiva, haremos que el medio dialogue con el objeto y el visitante. Es aquí cuando la museografía puede asumir el compromiso de que la exposición despierte emociones de manera activa, sin esperar a que el visitante se emocione espontáneamente o no. Como queremos que haya emociones, siempre, jugaremos esta baza. No resulta fácil en absoluto.



Imagen: Laurence Massicotte

Comprender la existencia de estos diálogos enriquece la experiencia del museo desde el punto de vista crítico. Nosotros siempre insistimos sobre la idea de que si el visitante se familiariza con estos mecanismos de presentación del objeto en la exposición, su visita será mucho más completa y enriquecedora.

Foto principal: Kate MacDowell, “Bird Brain Sculpture


OPINIÓN.

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