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terça-feira, 18 de novembro de 2014

El Museo Pobre - · en CULTURA, INSTITUCIONES, MUSEOGRAFÍA, MUSEOLOGÍA, OPINIÓN. ·

“Hay una guerra de clases, de acuerdo,
pero esa es mi clase, la clase rica,
la que hace la guerra y la acaba ganando.”
Warren Buffett

Hay muchos museos pobres; de hecho, la mayoría de los museos del mundo son museos pobres. No disponen de presupuesto para programar exposiciones temporales, ni pueden pagar a diseñadores, tampoco pueden poner en marcha una campaña publicitaria. El retrato robot de uno de estos museos sin recursos, es el de un edificio vetusto – en ocasiones nuevo – que antaño fue un inmueble importante y que al día de hoy lucha contra las goteras. Se almacenan en sus salas una gran cantidad de objetos de todo tipo; muchos de estos objetos pueden provenir del legado de un coleccionista erudito, muebles retirados de los consistorios municipales, pinturas y tallas religiosas que provienen de la desamortización de las parroquias; armas obsoletas, máquinas que ya no funcionan, colecciones de fósiles, viejas maquetas, abundante colección de grabados, fotografías, dibujos, etcétera.

 
Imagen: Archivo EVE

A toda esta dispersión le debemos añadir un personal muy escaso, casi inexistente, muy voluntarioso, en muchos casos con escasa formación, muy mal pagado, multifunción y en situación precaria. El museo pobre no tiene programación educativa, pero algunos tienen voluntarios dispuestos a todo, personas vinculadas a escuelas locales o institutos de enseñanzas medias. Este tipo de museos no siempre pueden abrir sus puertas; hay días a la semana que cierra o incluso hay que pedir la llave de la puerta para poder visitarlo.

 
Imagen: Mitra Farmand

Estos museos pobres nunca son visitados por autoridades locales ni por supuesto estatales. Es posible que si es el museo pobre es algo nuevo estuvieran el día de la inauguración y nunca más. La máquina administrativa política no tiene interés alguno por estos museos, no ayudan pero tampoco no se atreven a cerrarlos, no fuera que alguien fuera a reprochárselo manchando sus nombres en un periódico local. A ellos, los que deciden, no les cuesta casi un penique mantenerlos.

 
Imagen: Forgotten de Igor Ovsyannykov

La exposición del museo pobre, lo que podríamos denominar el discurso museográfico es pobre también; no ha sido modificado en muchos años y se ha quedado obsoleto. Sus vitrinas siguen en el mismo sitio durante años; se limpian circunstancialmente, con mucho cuidado, pero tampoco hay mimosa que el museo es muy poco visitado. La vida transcurre lánguida y monótona para estos museos pobres. No hay novedades, no se adquieren piezas nuevas – no pueden permitirse una política de adquisiciones -. Cuando alguien dona al museo pobre lo que fuere, se convierte en una celebración, una fiesta para los que luchan por él. La investigación no existe, aunque puede que haya iniciativas a título individual para ayudar a generar un contenido puntual o revisar la historia local en el ámbito de su competencia o afición. No hay restauración; los objetos están al pairo del tiempo y finalmente, en muchos casos, del drama del inevitable olvido.

 
Imagen: Maria Zaikina

¿Dinero? Algo tendrán. ¿De dónde procede? Aquí se dan situaciones muy diversas. La más popular es la subvención municipal, el dinero que proviene de una fundación – en muchos sitios la donación desgrava impuestos – o de un patronato. A veces el personal del museo es funcionario o patrono, muchos están pluriempleados. Nosotros debemos destacar aquí la inmensa labor de los agentes de desarrollo local de los ayuntamientos pequeños, para nosotros auténticos héroes. Hemos sido testigo de cómo estas personas han luchado, bregado, movido cielo y tierra para conseguir el dinero suficiente para abrir un nuevo museo o para renovar uno existente. Muchos de ellos se han dado de narices contra la maquinaria administrativa que no atiende a razones de índole cultural, la mayoría. El neoliberalismo que se nos impone desde los lobbies está devastando la cultura para subir a don dinero a los altares de la élite. Los museos pobres, por tanto, suelen seguir funcionando mal que bien gracias al esfuerzo individual de anónimos, hombres y mujeres entregados a la causa de difundir conocimiento, salvaguardando la memoria histórica de la comunidad.



Gif: Forgotten Nobility

Esto es una visión general a nivel planetario. Hay museos locales ricos, los hay, pero son un grupo minoritario en el gran conjunto del equipamiento global. No nos vamos a detener en ellos porque están a salvo, aunque algunos horrorizan. Nos quedamos con el retrato del museo pobre, que es el que necesita ayuda urgente. Nos fijamos en el museo pobre cuya base de apoyo siempre es inestable, siempre en el filo del cierre y, si finalmente cierran, para todos nosotros sería un verdadero drama, una grandísima pérdida.

BIBLIOGRAFÍA:

MÁRTINEZ GIL, T. - SANTACANA MESTRE, J.
La cultura museística en tiempos difíciles
Editorial TREA, 2013.







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