Ouvir o texto...

segunda-feira, 15 de dezembro de 2014

Museos, Poder y Trabajadores · en INSTITUCIONES, MUSEO, OPINIÓN. ·

La tan manida y proclamada independencia de los museos por los de allá arriba, – no los ángeles, no; hablamos de los que manejan nuestras vidas -, es un auténtico disparate. Nos referimos a la independencia en la generalidad del término, en la gestión global de los museos desde el punto de vista de sus trabajadores. El poder siempre quiere que los cosas se ejecuten según sus reglas, pero el problema es la ignorancia de los que definen esas reglas en ámbitos que no son en absoluto los suyos. Siempre hemos dicho que el Curriculum vitae de alguien que conduce las vidas de otros debería ser tan grueso como El Quijote, o incluso más. 
 



No se puede saber de todo. Un político no puede pasar de ser concejal a parlamentario digital (puesto a dedo), y de parlamentario, si su partido gana las elecciones y está a bien con el líder, a director general dele estado y después ministro. Eso no le entra en la cabeza a nadie. El resultado de tanta ignorancia junta es que se ejerce una censura -ideológica, económica -, aprobando algunos proyectos y desestimando otros, sin criterio alguno a la vista. Y todo esto está en manos de gente que no sabe hacer la “o” con un canuto.


Ilustración: John Holcroft

Los trabajadores de los museos, deben hacer frente a la intromisión y luchar para mantener sus criterios profesionales, que son los que verdaderamente tienen valor. Estos trabajadores de los museos lo hacen todo con extraordinarias dosis de imaginación, esfuerzo, voluntad, para resolver así carencias (económicas, de espacios, de personal, etcétera) que irrumpen en su trabajo del día a día. Si lo hacen bien el mérito nunca será de ellos; pero si hay algún problema…


A lonely backlit worker

El museo tiene la mala suerte de ser generalmente un elemento marginal en el esquema de prioridades del poder (solo hay que atender a la distribución de los presupuestos del estado neoliberal). Es ahí cuando a las trabajadores de los museos les toca luchar a pecho descubierto para demostrar que la existencia del museo es imprescindible en la sociedad. Luchan para defender la idea de que los presupuestos no llegan, que no son suficientes medios para poder cumplir su cometido como debe ser. Con muy pocos medios hacen verdaderas maravillas, pero estos profesionales de los museos lo hacen posible porque se multiplican, desempeñan funciones o asumen trabajos que no les corresponden, quemando energías, robando tiempo libre, intentado buscar otros recursos económicos para mantener el museo abierto. Es una labor gigante y encomiable y muy poco reconocida por la sociedad.


Cartel: Chaumont Graphisme

El poder es insensible a esta precariedad generalizada que se da en los museos, sobre todo en los de ámbito local, justificando sus decisiones sobre ajustes económicos necesarios en una mala situación que ellos mismos han provocado. Pero se siguen creando museos curiosamente. Bienvenidos sean pero, ¿a qué precio? Bueno, bonito, barato y siempre contando con el sacrificio de los trabajadores a los que se les va a exigir resultados. El poder echará mano de las estadísticas, sobre todo las relacionadas con los visitantes: muchos, bien; pocos, muy mal. La verdad es que las estadísticas cuantitativas poco importan en realidad para clarificar que problemas tienen los museos. Además las estadísticas se pueden maquillar fácilmente; esa es una especialidad de los políticos. Poco importa, por ejemplo, que el museo forme parte de la educación en los colegios. El poder no distingue esos valores cualitativos de los que son meramente cuantitativos. Los trabajadores de los museos sí lo saben.


Ilustración revista: Rufus Segar

El poder espera que el museo se arregle con lo que tiene para mantenerse, es decir, que los trabajadores se multipliquen. Los profesionales de los museos deben organizar actividades, buscar patrocinadores, gestionar, dirigir, construir y hasta limpiar. Ya sabemos muy bien cual es el axioma del poder neoliberal, que pone todo perdido de decisiones arbitrarias, para hacer que el milagro económico sea posible: multiplicar beneficios con la inversión justa y el menor personal posible. En esta coyuntura del “o lo tomas o lo dejas”, hay que arreglárselas como sea. Finalmente, el que acaba perdiendo este tira y afloja, además del trabajador, es el visitante. Una situación donde la estabilidad laboral, el reciclaje y la formación continua del profesional se han convertido en utopía. Y que no haya conflicto, porque de haberlo se abre inmediatamente la puerta que da a la calle.

Foto principal: cortesía de Wikipedia / Library of Congress
 
fonte @edisonmariotti #edisonmariotti  

Nenhum comentário:

Postar um comentário