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segunda-feira, 19 de janeiro de 2015

Museos y Dinero en CULTURA, INSTITUCIONES, MUSEO, OPINIÓN, PATRIMONIO. ·

“Ser o no ser, esa es la cuestión”.
William Shakespeare, Hamlet

 







La importancia de un museo, en los tiempos que nos está tocando vivir, parece tener relevancia en relación a su mercado potencial. En el caso de España, el gasto medio en cultura por hogar – en una media sacada de los 10 primeros años de este siglo – fue de 368,3 euros / 426$ -. El patrimonio cultural, con una recaudación de 1.232 millones de euros en el mismo periodo, representaba el 0,11% del PIB (Producto Interior Bruto) español. La cifra es importante; existen museos como el Prado, que registran más de dos millones y medio de visitantes al año; otros museos nacionales, como es el Museo del Greco, Arqueológico Nacional en Madrid, Arte Romano de Mérida, Cerámica de Valencia o el de la Escultura de Madrid – disculpen nuestros amigos americanos por apoyarnos únicamente en ejemplos españoles, pero son los datos de los que disponemos para escribir la entrada de hoy -, sobrepasan todos ellos ampliamente los 100.000 visitantes al año y varios doblan la cifra. Cataluña, como comunidad, registra más de 10 millones de visitantes al año en sus museos.





Ilustración: Emiliano Ponzi

A lo que vamos, estos datos indican que la relación de la cultura museística con el dinero es muy estrecha. Aquí estamos lejos de cifras como los más de nueve millones de visitantes del Louvre el año pasado, o los cuatro millones de los Museos Vaticanos.



Ambos son máquinas de hacer dinero, y no solo por la venta de entradas sino por la recaudación proveniente de la gestión de servicios auxiliares: alquiler de salas para presentaciones, banquetes, desfiles de moda, filmación de películas, series de televisión, presentaciones de productos cosméticos, coches, etcétera. Hay museos que hacen dinero mientras que otros lo pierden usando el lenguaje neoliberal. Hay que calcular el coste del personal del museo por cada visitante que lo visita. El Museo Teatro Dalí de Figueras (Cataluña) tiene una relación de 2 euros por visitante, mientras que el Prado tiene un coste de seis euros por visitante, el Reina Sofía se mantiene en cuatro euros. Lo importante parece ser no tanto el número de visitantes a los museos sino la relación del coste por visitante.

Mientras que aumentar los visitantes podría ser un objetivo a conseguir, parece que la clave está, por lo que estamos viendo, conseguir que baje el coste por visitante. Ahora el objetivo parece ser el mantenimiento de unas estructuras administrativas ágiles y eficaces, aumentar el grado de satisfacción de los visitantes, realizar acciones de difusión bien diseñadas, mantener una muy buena política de intercambio de contenidos con otras entidades, saber usar las redes sociales de una forma hábil.



Archivo EVE

Los museos que no saben o no pueden hacer lo mencionado anteriormente y que viven del dinero público suelen defenderse de cara al gobierno, que no suelta la mosca, afirmando que los museos no son entidades rentables económicamente, sino que son rentables culturalmente. Y aquí abrimos el debate sobre la rentabilidad o no de la cultura. La palabra rentabilidad chirría en el contexto cultural; pero parece ser que hay una cultura rentable y otra que no lo es tanto. La cultura rentable es la que se denomina “cultura de masas” – el grupo de rock Bon Jovi recaudó más de 150 millones el año pasado -. Conclusión: la cultura de masas es rentable, y además con el inestimable apoyo de lo digital. El problema está en el tira y afloja de la cultura de masas con la cultura académica, uno enemigo natural del otro.



La consecuencia es que se hace imprescindible la conciliación entre la cultura académica con la economía; es fundamental la aproximación de la “cultura académica” al concepto de cultura de masas, si es que la primera quiere seguir existiendo. Hay una cultura del consumo de la propia cultura – o el recuerdo de una que existió en su día -, y es ahí donde la museística debe incidir, debe evolucionar, haciéndolo sin pudor ni cortapisas eruditas. Si el museo se parapeta en el concepto de cultura erudita, la “alta cultura”, estará pidiendo su desaparición a gritos. Los responsables deben entender que el museo está relacionado con el dinero, pero no solo con el dinero, evidentemente; el museo está relacionado con el placer, el conocimiento, el ocio y el prestigio. Es cierto que hay profesionales que trabajan en cultura y no en gestionar concesionarios de coches, pero eso no autoriza a esos profesionales en transformar la cultura en negocio ruinoso, una carga que, en lo relacionado con los museos estatales, acabamos pagando entre todos.


 

 

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