Ya conocemos la definición convencional de lo que es una exposición: “una es una representación ordenada a partir de objetos ordenados colocados unos al lado de los otros para ser vistos por el público (Moles, 1983). Esta idea de exposición se nos ha quedado un tanto obsoleta, veamos porqué. En las teorías miseológicas que aun ¡un se barajan con exasperante frecuencia se dice, se comenta eruditamente, que en la exposición intervienen tres factores importantes:
1. El efecto producido en el espectador o visitante por los objetos expuestos. Estos objetos son portadores de significados que contribuyen a una explicación del contenido de la exposición.
2. El tratamiento de la temática de la exposición tanto en su totalidad, como en cada uno de sus elementos constitutivos. Esto representa la forma o técnica aplicada que dependerá del número de objetos y de su modo de inserción en el conjunto temático, estando la selección de los objetos en relación a su grado de representatividad o significación con respecto al tema; la ubicación de los objetos dentro del espacio, así como de la conexión que se establezca entre ellos; de los medios y equipos técnicos utilizados y del propio carácter de la sala de la exposición.
3. El ordenamiento de la exposición mediante la aplicación de los conocimientos museológicos, es decir, del discurso expositivo.
Foto: Samuel Weidmann
Dejad que sigamos con la metodología un poquito más: Estos tres componentes tienen consecuencias cuantitativas y cualitativas importantes y, de su interpelación van a surgir una gran diversidad de técnicas de exposición (Gradner y Heller 1960; Bruce, 1964; Pope-Hennessy, 1975 y Velarde, 1988). Y seguimos; no obstante, debemos tener siempre presente que el objetivo principal de una exposición es crear unas condiciones idóneas para que se produzca el diálogo visitante-objeto… Esto es lo que se encuentra uno en los libros de la teoría de la museología, y cuando la teoría se aplica insistentemente a la museografía. A nosotros se nos revuelve un poco todo cuando leemos estas cosas.
Parece ser que los teóricos no se acaban de dar cuenta que hay algo que se denomina “la realidad” y que nos cuentan desde su púlpito a los humanos, ellos parecen no serlo, lo que se debe y no debe hacer a la hora de proyectar un museo.
Fotografía: Joan Baran
Lo que se consigue con la difusión de lo teórico en estos casos, es que no estemos evolucionando a la velocidad necesaria para dar respuesta a las necesidades de los visitantes; a lo que quieren y necesitan – los niños, los adolescentes, los terinteañeros, los cuarentones con o sin hijos, los maduritos y la tercera edad masculina y femenina -. Los museos aburren a las piedras en una gran mayoría, ¿por qué? Pues porque los museos en su gran mayoría -, no ofrecen a losa visitantes lo que los visitantes necesitan. Estamos en el año 2014, siglo XXI, la percepción de las personas con relación a lo que les rodea, nunca ha sido tan compleja como ahora, ¿cuál es la razón? El inmenso exceso de información al que podemos acceder y, además, usando multitud de gadgets soportes para llegar a esa información, todo facilísimo.
Querámoslo o no, lo que ha producido esta evolución en la percepción de la realidad por parte de la sociedad, es que las personas nos hemos vuelto muy poco pacientes con la información que recibimos: lo queremos todo y lo queremos ya. No se da ni una mínima oportunidad al titubeo o a la espera. Esta forma de “leer” la realidad que ahora tiene la sociedad y que lo ha importado de la manera del bit2bit, dentro de nuestro campo de actuación que son los museos, hace que todo el planteamiento museológico y museográfico deba cambiar ya, deba evolucionar inmediatamente.
Querámoslo o no, lo que ha producido esta evolución en la percepción de la realidad por parte de la sociedad, es que las personas nos hemos vuelto muy poco pacientes con la información que recibimos: lo queremos todo y lo queremos ya. No se da ni una mínima oportunidad al titubeo o a la espera. Esta forma de “leer” la realidad que ahora tiene la sociedad y que lo ha importado de la manera del bit2bit, dentro de nuestro campo de actuación que son los museos, hace que todo el planteamiento museológico y museográfico deba cambiar ya, deba evolucionar inmediatamente.
Diseño: Julian Twin
Para empezar y concretizando, no enrollándonos más, que nos vais a abandonar si seguimos bla, bla, comentar que echamos mucho de menos en los programas formativos de la enseñanza de la museología el término “creatividad” y su desarrollo, su aprendizaje – señores la creatividad no es un don natural, es una herramienta -. Habrá quien piense que la creatividad sea eso, un don que se tiene o no se tiene, que se nace con él o no, y que por tanto no se puede enseñar y menos aplicado en algo “tan metodológico” como es la museología.
Es un grave error pensar así. Nosotros hemos tenido la oportunidad, hace muy poco, de testar el interés de nuestros futuros museólogos sobre la creatividad aplicada en su campo, y nos hemos quedado muy sorprendidos para mal, por la escasísima respuesta. Todo apunta al poquísimo interés en incorporar la creatividad a lo que ellos entienden como el discurso museológico. Estamos espantados porque eso es como decir que con las nuevas generaciones vamos a tener más de lo mismo, es decir, grandes discursos, pocas soluciones a la medida de las expectativas de la sociedad y mucha menos evolución de cara al futuro. ¿Seguimos aspirando a la funcionarialidad? ¿Aprobar examen y a vivir? No, no, por favor, aquí no.
Es un grave error pensar así. Nosotros hemos tenido la oportunidad, hace muy poco, de testar el interés de nuestros futuros museólogos sobre la creatividad aplicada en su campo, y nos hemos quedado muy sorprendidos para mal, por la escasísima respuesta. Todo apunta al poquísimo interés en incorporar la creatividad a lo que ellos entienden como el discurso museológico. Estamos espantados porque eso es como decir que con las nuevas generaciones vamos a tener más de lo mismo, es decir, grandes discursos, pocas soluciones a la medida de las expectativas de la sociedad y mucha menos evolución de cara al futuro. ¿Seguimos aspirando a la funcionarialidad? ¿Aprobar examen y a vivir? No, no, por favor, aquí no.
Foto Steve Bonner
Estos nuevos museólogos no se dan cuenta que, como nos ha pasado a nosotros, tendrán que, por ejemplo, tratar con Lucasfilms para montar una exposición y que una empresa como Lucasfilms no admite tratar con personas que no saben lo que es la creatividad. Lo podemos asegurar porque lo hemos sufrido lidiando con museólogos cartesianos. O, sin tanto exotismo, tratar con profesionales nórdicos para montar una exposición conjunta donde habrá un choque de “culturas museológicas”. Si un alumno de museología o de cualquier otra disciplina no es consiente de que necesita la creatividad para mejorar la realidad, mal asunto. Sin creatividad, como dirían los de Silicon Valley: “no podríamos hacer de este mundo un lugar mejor para vivir”. Señores profesores, dejen ustedes por favor de hablar desde los púlpitos y echen un vistazo a lo que está ocurriendo allá fuera, que nos comen los chinches aquí si siguen ustedes dejando al margen la creatividad y la brutal simplicidad de pensamiento, de la que hablaremos de nuevo en otra ocasión.
Uno de los carteles promocionales de la exposición: Star Wars Identities, propiedad de Lucasfilms
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