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terça-feira, 9 de dezembro de 2014

Museos: Nuevos Negocios · en CULTURA, INSTITUCIONES, OPINIÓN. ·


“Un céntimo ahorrado,
es un céntimo ganado”.
Benjamin Franklin

La forma en la que la gestión de los museos se entiende como administraciones de empresas, que trabajan no para los visitantes, sino para clientes, implica la definición de nuevos objetivos y la asignación de nuevas funciones. Entre los primero objetivos, está la de generar fidelización, tener clientela fiel y habitual, condición fundamental para que el museo-empresa prospere. El segundo objetivo muy importante es, sin dudarlo, alcanzar cotas de rentabilidad exigibles – o ligeramente inferiores – a la de cualquier otra actividad productiva. Lisa Denninson, ex-directora del Museo Fundación Guggenheim de Nueva York, dice: “Actualmente, muchos directores de museos salen de las “business schools”-. Los museos se están convirtiendo cada vez más en simples negocios”. 
 
Nosotros podríamos añadir: ¿Nos lo dices o nos lo cuentas Mrs. Denninson? Los museos en general, ya no solo se sitúan en su contexto cultural y educativo, sino que son entidades que están al pairo de la oferta y la demanda, acuciados por balances contables, ajenos a la subvención, inmersos en las idas y venidas de los mercados, luchando por ser financieramente competitivos, sin aplanamientos, estando por encima de otras muchas opciones de ocio, con la obsesión de ser un reclamo solvente, pero alejándose de su naturaleza como guardián de la memoria y del conocimiento.

 
Collage de Rodrigo Torres

Una vez ha irrumpido la llegada de los nuevos tiempos, también para los museos, solo falta observar hacia donde se dirigen. Si la rat race museística continua incluso bajo la presión a la que están sometidas la mayoría de estas instituciones, sobre todo las públicas, casi seguro las públicas y además locales, desaparecerán. Los museos privados que dependen de fundaciones, tienen a patronos con el cuchillo entre los dientes, exigiendo rentabilidad a sus gestores o administradores, reclamando beneficios: económicos, políticos y de imagen, y así siguen su curso mal que bien. El visitante, consumidor de ocio, exige entretenimiento en su tiempo libre, buscando satisfacciones inmediatas a cambio de su dinero, y muchas veces son exigencias que están relacionadas con la singularidad, la espectacularidad y la excepcionalidad. Existe un buen número de museos que están entregados al glamour como ejercicio de posicionamiento, rendidos a las tendencias, sin atender ni por un minuto al concepto del museo universal, es decir, un bien todos los públicos. El precio de las entradas que hay que pagar para entrar en muchos de ellos los convierten en productos de élite, y más con los tiempos que corren.

 
Moneygami de Hasegawa Yousuke

Además, la lucha de egos y vanidades en este mundillo mercantil está a la orden del día, lo sabemos muy bien, lo vemos constantemente. Entre tanta lucha intestina es muy difícil poder evolucionar con naturalidad. Es algo que fácilmente costatable si se nos ocurre proponer a uno de estos museos corporación, por ejemplo, una acción de gran repercusión educativa, pero sin beneficio, logrando así que te señalen la salida por la puerta de atrás. Este es el problema, se han olvidado de lo que son, o mejor dicho, de lo que deben ser en realidad y a quien deben servir. Se está acabando con el concepto del museo como guardián del patrimonio, y eso es muy grave. Ellos se justifican por el esfuerzo que están obligados a hacer para mantener su gasto: el publicitario, sus eventos, nuevas exposiciones, innovaciones tecnológicas, renovación de instalaciones, etcétera. Es la pescadilla que se muerde la cola, pero sobre un enunciado que no creemos que sea el apropiado. Toda esta maquinaria de gestión implacable acaba con la visión romántica del museo, ese que es nuestro lugar de contemplación, reflexión y aprendizaje sobre testimonios del pasado, presente y también la visión del futuro.

 
Archivo EVE

El modelo neoliberal se impone también para los museos, manteniendo de continuo la cantata esa que viene desde la administración central de lo del show me the money, y luego, ya hablaremos. Lo primero es lo primero. La idea de defensa del patrimonio, de nuestro patrimonio, se convierte en utopía; la voracidad mercantilista lo está arrasando todo, condenando a muchas iniciativas de gran valor social a la marginación y al olvido. Los ecomuseos,por ejemplo, se encuentran asfixiados por la ausencia de ayudas, al borde del cierre, condenados a ir desapareciendo progresivamente. El management arrincona las funciones tradicionales asignadas a la institución museística, imponiendo criterios orientados a la administración y beneficio económico, con la justificación de que el poco dinero público que queda después de rescatar multimillonariamente a los bancos, no llega para ayudar a los museos públicos. No hay un punto de equilibrio que se pueda aplicar para salvar así a los menos favorecidos por el márketing, el new management, para aquellos que son ajenos al establishment, que defienden la idea tradicional del museo como enseñante y defensor del patrimonio. Nosotros creemos que sí, que hay término medio, pero hay que ayudar a que estas instituciones, fundamentalmente locales, para que puedan respirar un poco con la ayuda imprescindible de la administración central*. No pueden sobrevivir sin ayudas estatales, y eso es algo que hay que la sociedad también debe exigir a los políticos si aun creemos que los museos son un valor definitivo para acercar la cultura a la sociedad y transformar así utopías en realidades al alcance de todos.

(*) Una tabla de salvación para los museos siempre ha sido el dinero de patrocinadores. En este año 2014 que está a punto de terminar, el patrocinio (En España) ha caído en un 80% comparado con las cifras de 2013.

La mamarrachada utilizada como foto principal y en redes sociales: The Hugo Boss Prize 2010: Hans-Peter Feldman’ At The Guggenheim

  

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