marzo 17, 2015 · d
Cuando suceden tiempos como los que estamos viviendo casi todos, tiempos de depresión económica gobernados por gente que desprecia la cultura, de la mano de burocracias administrativas que contemplan las inversiones culturales como un lujo prescindible, pero dilapidan recursos en otras cosas incomprensibles. Es cierto que, tal como se conciben a veces las inversiones culturales, no solo son una dilapidación de dinero contante y sonante, sino que son verdaderas operaciones encubiertas para premiar a los fieles y leales amigos, para generar actividad del ladrillo, para captar dinero oscuro, etcétera. Los telediarios nos dejan todos los días y a todos con caras de idiota; nosotros ya ni los vemos, preferimos que nos insulten a la antigua usanza y en directo.
Archivo EVE
La cultura es mucho más, muchísimo más que todo cuanto estas misma burocracias pueden llegar a imaginar. Los pueblos, las naciones, no son conglomerados de solares una al lado del otro; tampoco son extensiones enormes de edificios y chalets adosados una pegado al siguiente, que acogen a masas de personas que se levantan todos los días, y se levantan muy temprano para trabajar hasta la extenuación; hay que pagar esa casa adosada al banco que no perdona. Recordemos los que Edward Burnett Tylor dijo a finales del siglo XIX sobre la cultura:
[…] es el conjunto complejo que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbre y otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad [R.B. Taylor, Primitive Culture, vol. 1, New York, 1874, p.1].
Actualmente, para nosotros la cultura ya no significa la idea popular de refinamiento y sofisticación, ni la habilidad de ciertas personas llamadas cultas para manipular ciertos aspectos de la civilización que aportan testigos. Por lo tanto, la cultura es el propio modo de vida de las personas en la medida en que una sociedad es una organización formada por esas personas para compartir valores, pautas de comportamiento, formas de ocio, entretenimiento, conocimientos e intereses. Cuando nos cuentan que las inversiones en cultura son un lujo prescindible – ideario neoliberal, con la paradoja de que son muy votados aun estando corruptos* hasta las cachas -, es que la burocracia política no entiende en absoluto el concepto universal de cultura.
La cultura dispone de muchas y diversas manifestaciones, pero sean cuales fueren, existe un hecho incuestionable: toda cultura es aprendida no pudiendo ser heredada genéticamente. Los museos, como cualquier otra institución, forman parte de ese mecanismo fundamental de generación de cultura, ya que guardan y protegen los testigos materiales de lo que hoy ya es inmaterial; el museo es la forma en la que los humanos podamos guardar nuestra cultura, y mantener a la vista nuestra capacidad más sublime de generar belleza. ¿Es esto un lujo? Los mediocres: ministerios con lacayos del poder, diputaciones, ayuntamientos consideran a los museos como lugares semidesérticos donde se conservan objetos curiosos, que nos cuentan “cosas” exóticas de un pasado que ya no es, sin tener la más mínima capacidad de influir positivamente en la forma de pensar y de vivir ese las personas.
Portada de Super Super Magazine
La cultura que los museos son capaces de difundir va mucho más allá de exponer esqueletos, vasijas, artefactos, esculturas, etcétera. Los museos son los guardianes de nuestras señas de identidad; somos lo que somos – en la bondad y belleza -, gracias a lo que nos enseñan esos objetos expuestos en nuestros queridos museos. Esos objetos nos permiten reconocernos y aprender incluso de nosotros mismos en relación con ellos. Ya estamos viendo, desde la cara del horror, que los salvaje integristas destruyen museos como queriendo destruir las señas de identidad y los más entrañable de un pueblo, saben donde hacen más daño después de matar a inocentes. Si atacan a los museos es por algo. Otra forma de salvajismo es abandonar el desarrollo de la cultura y ansiar el dinero privado, e incluso el dinero público. Cuando se eliminan las bases de la cultura de las personas, lo que se está haciendo en realidad es transformas esas personas en masas inertes, sin sentido crítico, sin capacidad de respuesta, masas fáciles de manipular. Nosotros, los que de una manera u otra estamos defendiendo la cultura, cada uno en el ámbito en el que esté, no puede bajar la guardia y debe seguir luchando; debemos tener conciencia de que, al margen de los terribles tiempos de crisis que estamos sufriendo todos, debemos ayudar a preservar nuestra propia identidad y la de los que nos rodean contra los que quieren destruirla.
(*) Una de las ideas que son motivo de continua reflexión aquí ,es lo de si tenemos los políticos que nos merecemos o no. Nadie entiende como se siguen votando a políticos con casos de corrupción abiertos y como se pueden seguir presentando a las elecciones. No entendemos como se puede votar a un partido a todas luces corrupto, en un país dirigido por un presidente corrupto. No entendemos como uno de libros más vendido del 2014 haya sido el “escrito” por Belén Esteban, ni como es posible que el diario que más se vende con diferencia en este país sea deportivo. Como es posible que la película más taquillera sea “Torrente”. No entendemos como es posible que bodrios infumables, horribles, machistas, agresivos, violentos, degradantes, insultantes, sean líderes de audiencia en TV en prime time. Un país en el que se habla demasiado de fútbol… y podríamos seguir hasta el infinito y más allá. Hay mucho que hacer, y no podemos bajar la guardia aquellos que podemos trabajar para que las cosas cambien aunque sea muy lentamente. ¡Ánimo!
Nenhum comentário:
Postar um comentário