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quinta-feira, 30 de abril de 2015

MUSEOS Y RECURSOS HUMANOS - · en CULTURA, INSTITUCIONES,MUSEO, MUSEOLOGÍA, OPINIÓN, PATRIMONIO. ·

Los recursos humanos suelen ser valorados positivamente por los visitantes, fundamentalmente en lo relacionado con la difusión de contenidos, puesto que permite que la didáctica de las colecciones del museo se puedan adaptar a los diferentes tipos de público, potenciando el acercamiento entre las personas tanto del museo hacia los visitantes como de los visitantes hacia el personal del museo, y también al museo como institución amable. Los profesionales del museo son un enorme valor para emitir un mensaje bidireccional, es decir, que hacen posible la participación en la comunicación entre ellos como emisores (guías) hacia los receptores (visitantes), o incluso puede ser multidireccional.


Como visitantes del museo, nos gusta participar en la experiencia del museo de la mano de guías profesionales para las exposiciones y/o itinerarios, y monitores que dirijan nuestros talleres y actividades específicamente diseñadas como complemento didáctico a nuestra visita. Pero hay otros muchos profesionales muy importantes que están implicados en que nuestra experiencia en el museo sea excelente, muchos de ellos como apoyo en la atención al visitante, como son: conserjes y vigilantes que son, en muchos casos, son el primer contacto que los visitantes tienen con la institución y cuya orientación o información puede decidir el éxito o fracaso de una visita o de una actividad en el museo. No es en absoluto de recibo que en muchas instituciones – lo hemos comprobado y vosotros, imaginamos, también – se esté sustituyendo a este personal por guardias de seguridad, que no están de ninguna manera formados para esta labor ni entienden que esta sea su responsabilidad.


Los guías y monitores, siempre que cuenten con una formación específica en comunicación patrimonial, tienen un papel fundamental para establecer un contacto humano con contenidos y colecciones del museo, permitiendo la interacción a través de la orientación de las visitas y la realización de talleres de muy diverso, entre los que podríamos citar la elaboración de maquetas, dibujos, dramatizaciones, simulaciones, juegos, debates, etcétera.


El diseño del proyecto educativo de museo debe realizarse teniendo en cuenta las necesidades y posibilidades de este personal con una específica formación y preparación profesional, que normalmente no han recibido ni en sus estudios previos ni se les ha exigido para su contratación, o en las pruebas de acceso a esta función. Es fundamental darle máxima importancia a la forma que se establece la interacción con el visitante del museo, también al reconocimiento profesionalizado de su labor como recursos clave en los procesos de comunicación del patrimonio. Por todo ello, se hace necesario la planificación por parte de las instituciones tanto públicas como privadas de una formación continua que proporcione los conocimientos y habilidades necesarios para llevar a cabo de manera eficiente los objetivos marcados.


Por otro lado, también forman parte del proyecto educativo de museo, como es lógico, los técnicos que lo han diseñado y que plantean las propuestas de comunicación y enseñanza en el museo. En función de sus concepciones, conocimientos y experiencia, determinarán un tipo u otro de actividades y de comunicación, e incluso del propio concepto de patrimonio y de educación patrimonial, que tendrá una enorme relevancia en el impacto sociocultural del museo y de su reconocimiento por parte de los visitantes. En esta línea, los responsables de los centros patrimoniales podrán decidir si quieren desarrollar propuestas educativas de carácter tradicional, disciplinar y unidireccional o bien interactiva, interdisciplinar y multidireccional, como es la propuesta que nosotros desde EVE defendemos.


También es interesante contar para el diseño del proyecto educativo del museo con profesionales tanto internos como externos a la exposición. La dirección del museo, sus conservadores científicos y, por supuesto, los responsables de los departamentos educativos de los propios museos deben estar involucrados, siendo partícipes y conocedores del proyecto y de su filosofía. Otros profesionales externos, otros especialistas del trabajo en el museo, pueden aportar mucho sobre los contenidos que deben comunicarse, al igual que profesionales del ámbito de formas didácticas concretas en relación con los campos de trabajo que centran la temática de cada museo, que combinan en su formación el conocimiento de los contenidos de comunicación con su sentido educativo y las propuestas para su comprensión e interpretación.


Por último, aunque no es un recurso humano propio del museo o de la institución patrimonial, el proyecto educativo debe incitar y regular la participación de las asociaciones que surgen al amparo de estas instituciones (especialmente las asociaciones de amigos de los museos), así como otras de carácter social y cultural, que pueden suponer un importantísimo recurso tanto de colaboración y de apoyo para la socialización del patrimonio, como de información sobre el funcionamiento del propio proyecto, incluyendo a estos colectivos en las propuestas de evaluación, de manera que actúen como recursos para el feedbackentre el centro y las personas, detectando y buscando vías de solución a los obstáculos que puedan aparecer para el éxito del proceso de comunicación y educación en el museo.

fontee: @edisonmariotti #edisonmariotti  Espacio Visual Europa (EVE)

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