Puede que suene un tanto ingenuo teniendo en cuenta como están las cosas sobre todo en Europa, pero los museos locales – los museos pobres – deben establecer lo que pudiéramos denominar relaciones de complicidad sobre todo con la comunidad a la que pertenecen. Lo de la ingenuidad tiene relación, sobre todo, pensando que la comunidad va a tener el tiempo y el ánimo como para desarrollar su propio espíritu colaborativo con los museos. La complicidad externa es fundamental para la supervivencia de los museos.
Si el museo loca desarrolla programas que incluya a grupos de visitantes multiétnicos y multiculturales que, en muchos de los casos, no participan en los circuitos culturales habituales, necesitaremos también la implicación de socios que nos permitan acceder a estas comunidades y llegar a formar parte de ellas. En estos casos, nosotros siempre pensamos en ONGs locales, centros culturales, congregaciones religiosas de diversas creencias, que todos estén comprometidas con la cultura y la educación. El museo debe establecer relaciones con grupos comprometidos con la acogida y la inserción y que son conocedores de las dinámicas propias de esos colectivos a los que nos vamos a aproximar. No todo va a ser pedir o buscar dinero, sino centrarse en generar alianzas estratégicas. Cuando tenemos visitantes en el museo, existirá interés de patrocinio. La captación de visitantes se convierte entonces en prioridad.
Existen modelos de acercamiento que funcionan y seguirán funcionando como son “la noche de los museos”, que no dejan de ser estrategias de mediación que nos permitan incorporar a estos colectivos de una forma activa. Las jornadas gratuitas son muy importantes si nuestro museo cobra entrada, si no convirtiéndolas en gratis total si hacer muy buenos descuentos. El apoyo de los programas de fidelización para asentar audiencias son muy importantes también. Todas las conmemoraciones que se puedan celebrar dentro del museo siempre ayudarán a crear vínculos, y si no hay motivos para hacerlas nos las inventamos – “El cumpleaños de Tintín” -. Y por supuesto, la programación de talleres, actividades, excursiones, cuentacuentos, gastronomía, todo lo relacionado con la educación no formal a través de programas familiares evitando la exclusión social.
Un buen ejemplo de este tipo de iniciativas que os estamos contando las propone en Francia la asociación Cultures du Coeur, que solicita a las instituciones culturales – entre las cuales se encuentran los museos, como debe ser – y deportivas abrir sus puertas a los desfavorecidos poniendo a su disposición algunas invitaciones gratuitas y proponiendo visitas, talleres específicos y acceso a actividades de todo tipo. El museo de los niños “El Trompo Mágico” de Guadalajara (Jalisco), es otro claro ejemplo de institución muy activa para la integración social y familiar, favoreciendo a las familias para que se incorporen juntas al ocio didáctico de forma muy divertida, haciéndolo dentro y fuera del museo.
El Museo de Lérida (Lleida, España) también es otro buen ejemplo de lo que estamos comentando, concretamente con su actividad “El secreto de los moriscos”. Se trata de visitas guiadas dinamitadas y teatralizadas a cargo de una ONG local. Esta ONG se dedica a la inserción social de grupos sociales muy desfavorecidos, fundamentalmente inmigrantes. El grupo estaba compuesto íntegramente por mujeres y hombres magrebíes y de sus aportaciones. A lo largo de la visita nació la idea de realizar una experiencia que evocara la herencia cultural del Islam en la ciudad, consiguiendo que este colectivo de personas se implicaran en una actividad abierta en el museo, y dirigido totalmente a visitantes de ese grupo étnico, solos o con sus familias. Nuestra enhorabuena a todos los museos que se implican en este tipo de actividades y que desarrollan siempre con entusiasmo para beneficio de toda la sociedad.
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