El montaje de exposiciones para personas ciegas y con deficiencias visuales debe adaptarse a nivel de elección del tema, del espacio físico, de la circulación y de la información:
Elección del tema: debe ser de interés general, pues no se rentabilizan los esfuerzos organizativos dirigidos solo a unos pocos visitantes y porque se debe huir de crear reductos cerrados y de condiciones especiales que causen rechazo en el resto de los usuarios; hay que calibrar el deterioro añadido que, en cuanto a la conservación de las obras, supone el que estas sean tocadas para apreciar sus características.
Creación de exposiciones para personas invidentes y personas con visión limitada
El espacio físico: la sala se encontrará cerca de la salida y de los servicios que ofrezca el museo, deberá ser diáfana; se diferenciarán las texturas del suelo, que van a marcar la dirección de la circulación; la elección del color de las paredes permitirá una clara lectura de los elementos expuestos (el azul, por ejemplo); las puertas estarán bien diferenciadas con respecto a las paredes; los expositores no estarán separados por más de un metro de distancia, para facilitar la orientación del invidente; se manipulará la iluminación para que la luz sirva de guía.
La circulación: se favorecerá la circulación normal de izquierda a derecha colocando las piezas siguiendo la lógica de esta dirección; deben descartarse los elementos que interrumpan físicamente el recorrido; conviene que un invidente evalúe previamente los recorridos.
La información: no solo bastará con ofrecer esta en braille (pues el ciego tardío y el deficiente visual hallarán problemas para interpretarlo), sino que se emplearán macro caracteres e información sonora. El texto de las cartelas será negro y estas de color blanco, con los caracteres en braille superpuestos. Se colocarán en la pared a la izquierda de la pieza si el recorrido empieza de izquierda a derecha y a la derecha cuando el recorrido es inverso. La altura, 1,50 m. El folleto de mano se colocará sobre un mueble claramente localizado en el recorrido. Se preferirán las señalizaciones texturizadas sobre el pavimento, en colores contrastados, o sonoras.
Naturaleza y dimensiones de los objetos expuestos: corno las obras necesitan ser tocadas, si estas son de un solo material el visitante con dificultades visuales necesitará más tiempo para identificarla y, en consecuencia, más información verbal para comprenderla. El tamaño ideal de la pieza es aquel que permita ser abarcado con ambas manos.
Diseño de maquetas y planos: habrá que traducir en formas, texturas y colores, con macro caracteres y lenguaje braille la explicación codificada y sintética que estos muestran.
Las visitas guiadas: los grupos no deben exceder el número de seis personas por cada uno de ellos, porque el acceso táctil se dificulta mucho; no deben durar más de una hora; y el guía debe haber estudiado al detalle el recorrido para extraer de él hitos definidos y significativos; las explicaciones deben reunir referencias espaciales (a la izquierda, a la derecha, arriba, abajo) y a los materiales de las piezas (su origen, sus diferencias con otros objetos expuestos, etcétera). El guía tiene que ser un experto en el tema expositivo, pero a la vez reunir habilidades en la transmisión de la información.
Montaje para otro tipo de personas con dificultades
A) Personas con la audición limitadas: el aislamiento que produce la sordera en el sordo y sordomudo debe superarse por medio de textos claros y sencillos (en las cartelas y textos complementarios) evitando abstracciones del lenguaje, y con ayuda de intérpretes y voluntarios conocedores del lenguaje de signos.
B) Personas con su capacidad psicológica limitada: son de aplicación en este caso también las normas en cuanto a claridad de los textos y señalizaciones dadas para los deficientes auditivos; se recomienda el recurso al lenguaje de signos Makaton; el empleo de señales luminosas, los sistemas de megafonía por sorpresa, los espacios oscuros y los cambios de iluminación violentos deben evitarse para no causarles miedo; hay que tener presente que sus oscilaciones emotivas son frecuentes; estos deficientes tienen una especial sensibilidad por el arte y, más en concreto, por el arte abstracto, que puede aprovecharse positivamente.
C) Visitantes con Síndrome de Down: el museo es un escenario muy útil para el desarrollo educativo de las personas con este tipo de síndrome los niños en especial, para los que pueden programarse talleres que estimulen en ellos su capacidad de comprensión mental y de expresión física, a fin de que se desarrollen con autonomía y puedan disfrutar de las mismas experiencias que los demás. Carmen Gallego da estas recomendaciones para el trabajo con este tipo de visitantes, recomendaciones que no tienen tanto que ver con el montaje como con la atención personalizada de sus destinatarios:
– Se intentará crear un ambiente de familiaridad, de respeto y de apoyo.
– La repetición de las ideas será la base del aprendizaje.
– Las temáticas que se aborden deberían estar relacionadas con sus vivencias cotidianas. No olvidar los aspectos lúdicos de la visita.
– Los visitantes Down entienden mucho más de lo que son capaces de expresar.
– La mímica y las representaciones ayudan a entender algunos aspectos de la obra de arte, como la composición.
– Transmitir ideas claras, breves y muy repetitivas.
– Respetar su decisión de no participar en ciertas actividades. El talante a la hora de tratarles será acogedor, abierto, sonriente, dulce, comprensivo y cercano.
D) Visitantes con movilidad reducida o muy reducida: los problemas son de accesibilidad, movilidad, seguridad y comunicabilidad (las personas tetrapléjicas y con parálisis cerebral precisan de intérprete); hay que prever que rotulaciones, iluminaciones y vitrinas estén a su altura física (estas en particular han de permitir la aproximación de las sillas de ruedas); deben ser accesibles las entradas (con rampas de ida y vuelta con barandilla) y la comunicación entre plantas del edificio, los pasillos del salón de actos (que reservarán espacios libres para ellos entre las butacas) y, por supuesto, los cascos también deben estar adaptados.
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