Pensando en las premisas básicas y fundamentales para el diseño de un buen programa de actividades educativas en el museo, que para nosotros son: la motivación, la participación y la interacción. Metidos ya en la faena, nos planteamos una serie de criterios que parten de la relación que se produce entre el visitante - todo tipo de público - y la colección del museo, pensando en el visitante con la conexión de su entorno, la contextualización de las colecciones, todo ello relacionado con el tipo de proyecto didáctico que queremos desarrollar.
En lo que tiene que ver con la conexión del entorno, lo habitual es que nos encontremos con museos locales que están totalmente desconectados de la realidad cultural, territorial e incluso de su capacidad administrativa. Es decir, los museos que están aislados de su contexto geopolítico son los más, convertidos en almacenes custodios de una serie de objetos patrimoniales que no explican ni interpretan gran cosa, solo queda a la vista la evidencia de su existencia entras del cristal de las vitrinas - cuando hay vitrinas -, sin aclarar en absoluto, de una manera comprensible para el visitante, sus características con relación a la época y al territorio.
Debemos decir que es cierto que se ven algunas reacciones para mejorar esta realidad del museo hueco, cada vez más instituciones locales y provinciales o estatales se agrupan en redes para obtener ciertas ventajas para la mejora del museo, pero en la mayoría de los casos son básicamente administrativas o que solo se articulan para el préstamo de obras y piezas patrimoniales o para la organización conjunta de actividades.
Es muy importante que el museo local establezca conexiones permanentes con su territorio socio cultural para que sea la base de la comunicación y hacerlo así más comprensible al visitante, todo ello pensado como recurso en la educación patrimonial. Es de valor diseñar también otras conexiones con zonas relacionadas, vínculos con otros territorios, culturas y sociedades a través de los cuales se puede abrir un proceso de comunicación más amplio, enriqueciendo su sentido global para poder abordar el conocimiento del patrimonio desde un punto de vista intercultural.
Para nosotros, además de lo mencionado, es vital el desarrollo de lo que denominamos contextualización del patrimonio, que van mucho más hay de las cartelas, cartelitos, banners, postres, etcétera. La contextualización debe permitir que el proceso de comunicación sea comprensivo y ameno para el visitante, que facilite la asimilación de la información en el puro plano de ocio cultural - diversión - del contenido - discurso expositivo -, para lo cual es necesario la aplicación de la innovación tecnológica tanto en dispositivos y sistemas, como también en soluciones de software (en muchos casos estas soluciones son freeware, es decir, que no tiene coste). Si somos capaces de desarrollar aplicaciones para dispositivos móviles ya no tendremos que comprar los soportes. La cosa se pone bien.
La contextualización adquiere sentido con el diseño y desarrollo de las cuatro dimensiones: espacio, tiempo, funcional y social, pero siempre desde una perspectiva universal - per tutti il mondo -. La contextualización espacio-temporal debe articularse mediante la reflexión sobre el cómo y el cuándo, comprendiendo la evolución y los cambios que se han producido a lo largo de la historia para llegar al desarrollo de una sociedad y una cultura con las características patrimoniales que se muestran. En el caso de la contextualización funcional, tratemos de explicar como los elementos patrimoniales han ido evolucionando su uso a lo largo del tiempo, por lo que adquieren diferente sentido siendo su interpretación diferente dependiendo del tiempo al que pertenecen. No solo debemos fijarnos en su función original, sino en la evolución que han podido sufrir y que está unida a un proceso de evolución cultural Y por último, si hablamos de contextualización social, nos referimos a que el patrimonio puede ser entendido como un recurso social del presente, cuyo valor y significado se ha podido marcar en función de su transformación en el tiempo y su espacio - lugar - para centrar el proceso de comunicación de un patrimonio - colección - concreto.
En la mayoría de los museos locales se impone un modo de comunicación unidireccional, la que se da entre el museo y en dirección al visitante y punto, el público solo es receptor. Si introducimos un guía o con el uso de cuestionarios, la comunicación se convierte en unidireccional pero de doble recorrido, siendo el papel del visitante como emisor muy pobre, casi irrelevante. Esta es la forma de comunicación que debemos cambiar cuanto antes para que los visitantes vuelvan a los museos. La comunicación multidireccional es la solución inmediata, desarrollando propuestas de interpelación entre el patrimonio y el visitante de una manera mucho más dinámica y divertida, intercambiándose continuamente los roles de emisor y receptor, hasta el punto de que se mezclen, generando recursos continuados de valor en el entendimiento de la comunicación del patrimonio entre unos y otros, entre los museos y sus visitantes. La posibilidades de interacción y participación del visitante se multiplica además con el uso de las nuevas tecnologías d ella comunicación, el uso de websites, redes sociales, sin olvidar el uso de talleres y actividades presenciales continuadas, todo ellos pensando en potenciar el nivel de interacción.
Si nos centramos en el hecho puro y duro de lo que es la educación en el museo, podemos planificar más tipos de interacción normalmente dirigidos al aspecto sensorial de la experiencia del museo. Debemos olvidarnos de que el museo es solo vista, en el mejor de los casos de vista y oído. Debemos propiciar la manipulación de objetos sobre todo en museos de ciencia y tecnología, pero no solo ellos. La complicidad entre el museo y los sentidos de los visitantes puede generar experiencias inolvidables, y no solo pensando en personas que tienen alguna limitación sensorial, que también, pero para todo el mundo que busque tener una experiencia en el museo lo más completa posible.
En la pura interacción intelectual está el elemento sorpresa como principal objetivo del museo, de manera que se desarrollen y potencien las reflexiones y conocimientos a nivel individual y colectivo. En realidad nos estamos hablando tanto del hecho intelectual sino a la necesidad de generar emociones, a lo que podríamos denominar la interacción emocional, que se desarrollan trabajando a fondo aspectos como la identidad y los símbolos socioculturales que representan a nivel del individuo y colectivo a su comunidad, de manera que podamos conseguir la implicación del público tanto para la conservación del patrimonio como para su valoración y comprensión histórica en la esencia de su sentido social.
* Algunos archivos multimedia no se muestran en este correo electrónico
pero se pueden ver en el sitio web.
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fonte: @edisonmariotti #edisonmariotti Espacio Visual Europa (EVE)
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