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sexta-feira, 25 de setembro de 2015

MUSEOS Y DISPOSITIVOS MÓVILES -- · en DIDÁCTICA PARA NIÑOS,GESTIÓN, INSTITUCIONES, MUSEO, MUSEOLOGÍA, OPINIÓN, TECNOLOGÍA. ·

En muchas ocasiones, hemos hablado de la importancia de utilizar canales de comunicación apropiados para establecer vínculos sólidos entre las colecciones del museo y sus visitantes, sobre todo en el caso de los niños y niñas que normalmente se aburren como ostras en los museos. Para construir esta relación didáctica y amena entre el público y el objeto del museo o su colección, el desarrollo tecnológico de dispositivos móviles actualmente nos ofrece un amplio abanico de posibilidades aplicadas a esta misión y sin costes disparatados. Muchas veces relacionamos innovación tecnológica con inversiones multimillonarias, y eso no es así ni mucho menos. Lo realmente caro es el desconocimiento de las cosas.


Una de las bondades de la tecnología es precisamente la democratización de sus costes y la amplitud en el desarrollo de sus aplicaciones. En el caso de los museos, donde la tecnología puede utilizarse de manera individual, el primer recurso fue sin duda la audio-guía, suponiendo un importantísimo avance en la relación objeto-visitante. Este aparatito generó un tipo de discurso complementario importantísimo en la visita al museo, ya que facilitaba una comprensión mucho más profunda que la que ofrecen normalmente los soportes físicos (cartelas) de la propia exposición. Además la audio-guía tenía-tiene la ventaja de poder ser utilizada en varios idiomas al tiempo, pero se ha quedado un tanto corta para ofrecer solución a algunos problemas de comunicación que tienen los museos. Además, tiene el engorro de ser de pago en la mayoría de los casos, obligamos al visitante a hacer cola para recogerlo y pagar, y hacer otra cola para devolverlo.


La revolución tecnológica actual ha supuesto un vuelco en el sentido de la aplicación de soluciones para la comunicación entre el visitante y el objeto o contenido de la exposición. Para comenzar, decir que la sociedad en general ya no sabe vivir sin smartphones, tabletas y cacharritos de última generación. Existe una verdadera adoración por el gadget, sobre todo en los niños y niñas. Miramos hacia la parada del autobús y la mayoría de la gente está mirando su aparato. Lo mismo ocurre en las salas de espera de los hospitales, en los aeropuertos, en los parques, niños y niñas con sus padres en restaurantes – padres comiendo-pequeños jugando con los aparatos – etcétera, y allí dónde haya señal de internet.


El museo debe ser consciente entonces que el aparatito que puede vincular la visita con los fondos de la colección, los trae el propio visitante consigo, le podemos librar de colas y de pagos añadidos con lo de la audio-guía. El museo debe ofrecer, eso sí, al visitante el contenido y en varios idiomas. Si simplificamos la explicación de como funcionaría este sistema tecnológico de comunicación museo-visitante, decir que se trata de una aplicación (app) que el público debe instalar en su dispositivo móvil una vez que llega al museo, o bien ya lo ha hecho siguiendo la información ofrecida por la página web del museo desde casa. Este sistema tiene una valiosísima doble dirección en la comunicación que se establece entre el museo y el visitante. Por un lado, el visitante ya puede guardar todo lo que necesita saber en su smartphone y utilizarlo cuando guste en su recorrido por el museo, pero por otra parte el museo recibe información del visitante que es importantísima: dirección de correo electrónico, sexo, edad, nacionalidad, feedback de su experiencia en el museo, conexión con las redes sociales en tiempo real y hasta un tracking (rastro) del recorrido que el visitante ha dejado en el museo, dónde se ha parado, dirección que ha seguido, tiempo de permanencia en cada parada, si ha comprado algo y que ha comprado, etcétera. Y por si esto fuera poco, el museo puede mantener contacto con el visitante incluso cuando la visita ya ha terminado y el visitante esta de vuelta en su hogar.


Es cierto que no todo han sido bondades con esta solución del app, también ha habido inconvenientes. La ausencia de una señal potente de wifi hacía muy difícil en ocasiones, sobre todo en edificios muy antiguos (castillos), que la señal llegará limpia y potente del emisor al receptor, del museo al dispositivo móvil del visitante. Hoy por hoy ese problema está resuelto con el uso del bluetooth y los iBeacons, pequeñas antenas que se pegan a las paredes del museo o en las misas vitrinas al lado de los objetos, que se alimentan con pilas de silicio (hasta tres años de duración) emitiendo señales en código que el smartphone convierte en texto, imágenes, realidad virtual, realidad aumentada, video y sonido. Con este sistema ya nos podemos olvidar del engorroso wifi; ha muerto el wifi, ¡viva el bluetooth!


Actualmente, los museos en general están en pañales en lo relacionado con el uso, desarrollo y aplicación de la tecnología, y es una pena porque la falta de actualización en la innovación de estas instituciones les resta visitantes, sobre todo los más jóvenes. La tecnología facilita y consolida la relación entre el museo y el visitante, no hay duda. Cuando hemos podido aplicar la tecnología en el museo hemos comprobado que ese vínculo funciona, gusta, resulta muy práctico y no es costoso. Mucho más costoso es que los museos estén sin visitantes.


fonte: @edisonmariotti #edisonmariotti Espacio Visual Europa (EVE)

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