Partimos de una idea, o de la certeza, de que los museos locales no tienen los visitantes que desearían recibir. Hoy no hablamos del Louvre, Tate, MoMa, Prado,British, MNA, etcétera – que están en otra dimensión -, estamos pensando en los museos de provincias. Una razón muy común para que los museos locales sobrevivan es que se alíen con el márketing. Los museos locales se enfrentan a una asistencia de público cada vez menor, unas listas de gastos que no son cortas precisamente, edificios que necesitan mantenimiento continuo, o cualquier otra combinación que derive en ese gasto y no en ingreso. Se necesita generar recursos económicos con urgencia, pero eso no es lo único, ni tan siquiera lo más importante.
En ocasiones, los responsables de los museos locales se sienten muy capaces de poner en marcha la maquinaria promocional para atraer público a sus museos, con el convencimiento que les concede un título de Arqueología, Historia del Arte, o incluso uno de museología, lo suficiente para que “se esté perfectamente capacitado” para hacer el trabajo de un especialista marketiniano, pero le saldrá un churro de estrategia seguro; es imposible saberlo todo, aunque hay más de uno/una que se lo creen. Puede ser también que se delegue en personal auxiliar si lo hubiere, aunque con la que está cayendo queda poco personal de apoyo que acometa cualquier tipo de acción por muy necesaria que esta sea, entre ellas la de la promoción del museo. A veces aparece un mirlo blanco que tienen buenas ideas y capacidad para ponerlas en marcha, pero son excepcionales.
Una cosa es el márketing y otra la venta, no debemos equivocar los términos. No se trata tanto de activar de inmediato la llegada de visitantes al museo, algo casi imposible que podríamos denominar venta, que generar una estrategia a medio y largo plazo para ir atrayendo progresivamente a personas interesadas en el museo de una manera sólida y constante.
[…] De todos es sabido que los museos compiten por conseguir una porción de tiempo, el interés, la energía y el apoyo del público […] Los bienes de consumo ahora ofrecen a sus compradores, no sólo funciones, sino una experiencia con valor añadido en forma de imagen y estilo de vida. […] La “industria de la experiencia” pura, que incluye deportes, viajes organizados, parques temáticos, lugares de patrimonio artístico, teatros y museos, se está extendiendo rápidamente. En esencia, solo se ofrece una cosa a sus clientes: la calidad de la experiencia. […] El valor añadido de la experiencia […] ya es, y será cada vez más importante. (Bryant, Principles of Marketing, a Guide for Museums, de laAssociation of Independent Museum).
Bryant también dice que “el márketing tiene mucho que ver con el cambio”. La velocidad del cambio se está acelerando de una forma progresiva, aumentando a un ritmo vertiginoso, y los museos siguen parados. Da la sensación de que los museos se resisten a los cambios, no respondiendo a las nuevas demandas del público, del hoy y del mañana, los museos locales siguen fijándose en el ayer. Hay quien opina que los museos deben estar al margen del tiempo, que en realidad son los conservadores del tiempo “permitirse el lujo de vivir en el pasado”. Guardar lealtad a los “viejos valores” es la estúpida resistencia a un cambio necesario.
A la pregunta del título de la entrada de hoy, podríamos contestar: es inteligente hacerlo. Los museos deben ser una parte muy valiosa de la vida cultural de un país, una provincia o estado, de una localidad. Son tan importantes que es prioritario que estén bien gestionados desde el punto de vista de hacer sencilla su integración en sociedad, deben formar parte de nuestra vida de una manera sencilla y casi cotidiana. Para llegar a este punto deben generar estrategias que permitan estar presentes de continuo como opción de entretenimiento y ocio didáctico entre el público que sale a divertirse y a experimentar sensaciones nuevas. Si los museos no incorporan el márketing a su gestión, ocurrirá lo que nadie desea: desaparecerán.
fonte: @edisonmariotti #edisonmariotti
Cultura e conhecimento são ingredientes essenciais para a sociedade.
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