El “pequeño Burundi” es una mezcla, un tanto incongruente, de altas montañas, lánguidas comunidades a las orillas de un lago y un pasado trágico asolado por los conflictos étnicos. A pesar de los problemas, Burundi tienen una incontenible alegría de vivir, y las sonrisas de sus gentes son tan contagiosas como el ritmo de una batería de Les Tambourinaires.
Cuando estalló la guerra civil en 1993, la economía fue devastada y la industria del turismo sucumbió a una muerte rápida. La terrible guerra duró hasta el año 2005 y, una vez terminada, el país finalmente comenzó a recibir un goteo de viajeros, en especial la humeante capital Bujumbura, que tiene una ubicación privilegiada. La ciudad se encuentra a orillas del lago Tanganyika y, a las afueras, se localizan algunas de las mejores playas del interior del continente. Muchas de las atracciones de esta zona del país, sin embargo, no han dejado de estar fuera de los límites del ser humano, incluyendo la fuente más meridional del Nilo y el antiguo bosque del Parque Nacional de la Kibira.
Tristemente, la paz se acabó durante el transcurso del año 2015, cuando el presidente Nkurunziza decidió postularse (eternizarse), en una especie de tercer período “constitucional”. La violencia estalló antes de las elecciones, y ha ido aumentando desde entonces. En noviembre de 2015, la ONU – por temor a un genocidio al estilo de Ruanda – adoptó una resolución condenando la situación, lo que allana el camino para que las fuerzas de paz internacionales intervengan en el conflicto. El país entero se considera ahora una zona de exclusión para los viajeros. Es de esperar que algún día vuelva de nuevo la paz a Burundi y prevalezca la cordura en sus gobernantes.
Bobby Model
Museo Vivo de Bujumbura (sin website) | Bujumbura
Este museo es la mayor atracción de Bujumbura, la capital de Burundi. Es un lugar dividido en tres zonas: La primera es la que expone la reproducción de un pueblo tradicional (sólo chozas, no hay objetos o artefactos en exposición). La segunda, es un zoológico que aterroriza a la gente al comprobar el “bienestar y los derechos” de los animales que sobreviven allí. Y, por último, un lugar donde se fabrican y venden productos locales y artesanías. Como novedad han introducido la venta de cerdos de Guinea para que los turistas se los pueden echar a los cocodrilos, pudiendo comprobar así en vivo y en directo, cómo funciona la cadena de alimentación. Esto último no es recomendable hacerlo delante de los niños y niñas, aunque dada la situación del país y la casi nula presencia de turistas, es posible que los cerditos se mueran de viejos.
Museo Nacional de Gitega (sin website) | Gitega
El Museo Nacional de Gitega, aunque sea muy poco probable que te llegue a cautivar, es lo mejor que Burundi tiene que ofrecer en lo que a museos se refiere. La exposición permanente, es una sala de una única habitación que contiene una colección polvorienta de enseres tradicionales del hogar, incluyendo cajas de rapé de cuerno de vaca, ropa hecha con corteza de árbol, instrumentos musicales, frascos medicinales y joyas. También se pueden ver algunas fotos interesantes, entre las que se incluye nuestra favorita, una instantánea de Bujumbura en 1896, cuando la capital era poco más que un par de tiendas de campaña y un árbol.
Museo de Geología de Burundi (sin website) | Bujumbura
El museo está casi totalmente abandonado. El polvo va ganando terreno, poco a poco, amenazando con comerse las vitrinas y ocultar las piedras y las rocas. Es una verdadera lástima ya que, en sus días de esplendor, era un referente como museo en este país, un lugar excelente para profundizar en el conocimiento de la formación del mismo, desde el punto de vista geológico. Hoy en día, es poco más que un edificio aislado y olvidado en la capital.
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