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segunda-feira, 27 de outubro de 2014

Exposición en Colores · en CREACIÓN, DISEÑO, MUSEOGRAFÍA, museografía y exposiciones, MUSEOLOGÍA, OPINIÓN. ·




“El color es una caricia en la mirada, la música
para quien no oye, una palabra en la oscuridad.” 
Orhan Pamuk




Paul Klee, “Diagrama del color”

El color es una herramienta extraordinaria, capaz de crear sensaciones predeterminadas por el diseñador para generar un efecto muy potente en el espectador. También puede causar el efecto contrario, el gran enemigo del diseñador, el mal uso del color. Estamos hablando del uso cromático en el diseño de exposiciones, fundamentalmente. Proyectar un espacio cuya transformación sea posible con el uso del color exclusivamente es un modo económico y espectacular de provocar sensaciones diferentes en una exposición. En este sentido, debemos excluir todo lo relacionado con las exposiciones de arte, cuya técnica de aplicación del color en los soportes de las obras obedecen a normas muy estrictas, evitando generar así una atención no deseada sobre el soporte más que por la obra expuesta.

Archivo EVE

El color que apliquemos sobre el soporte de la exposición – paredes, soportes de vitrinas, techos, marquetería, etcétera – generará corporeidad y sensaciones, y más si se aplica de forma atípica para una superfície plana – rayas, formas…-. De esta forma es posible acortar o alargar paredes, jugar con espacios de división a base de “cortes” limpios de los tramos de color, diferenciándose, creando climas y emociones. Resumiendo, con el uso del color podemos influir en la forma en la que el espectador percibe (siente) la exposición.


Es todo un reto crear diferentes alternativas en la percepción del espacio solo con el uso del color. Los colores claros ayudan a armonizar espacios, sobre todo si aplicamos un color suave – pastel, por ejemplo -, en toda la exposición: paredes, escaleras, dinteles, columnas, puertas, etcétera. Los colores oscuros generan presencia contundente al entorno físico de la exposición, el continente. Hay quien dirá, quizá con razón, que esto que decimos debe ser un tanto subjetivo porque la percepción de las personas sobre el color es cambiante. El color se aplica buscando el impacto que sabemos genera en la mayoría de las personas, y esto lo sabemos por experiencia y por el estudio de la teoría y aplicación del color. La alegría y el dolor pueden ser representadas con dos colores distintos si atendemos al nivel de respuesta de dos personas, lo sabemos. Maestros como Paul Klee lo han estudiado antes que nosotros y hemos aprendido de él, entre otros.


La cultura, los recuerdos, el origen de las personas, marcan nuestra asociación de ideas y colores, o emociones teñidas de color. Ni siquiera entre hermanos hay homogeneización. Pero insistimos en lo de la teoría del color, siempre y cuando también la salpimentemos con nuestra experiencia profesional sobre las reacciones de los espectadores a determinado tipo de estímulos. Otro día hablaremos de la iluminación, otro mundo complicado. Hay estándares del color que son indiscutibles sobre el fecho que causan en la mayoría: los verdes, los rojos, el rosa, el amarillo… Sus correspondientes gamas son las que nos dan mucho juego. Es ahí donde parte la fragmentación de las sensaciones que se provocan en el espectador. En cualquier caso, la dificultad que tenemos los diseñadores de generar sensaciones plenamente universales, convierte al color en una herramienta delicada y al mismo tiempo poderosa; nunca tenemos la plena seguridad de que nuestra elección del color aplicado al espacio generará el mismo impacto a uno que a otro. El siguiente rango de dificultad está en el uso de la iluminación y la elección de la tipografía más adecuada para la exposición.

fonte: @edisonmariotti #edisonmariotti  

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