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segunda-feira, 29 de dezembro de 2014

Museos y Discusiones · en CREACIÓN, MUSEOGRAFÍA, MUSEOLOGÍA, OPINIÓN. ·


“No levantes la voz,
mejora tu argumentación”.
Desmond Tutu



Nosotros que nos movemos normalmente en el ámbito de los museos locales, es frecuente que se nos consulte si es posible atraer público al museo a coste cero. Una vez formulada la cuestión, el que pregunta nos mira como diciendo: ahora es cuando se les escapa la carcajada… Pues mira no, no nos reímos en absoluto, porque además de parecernos una falta de respeto, sí consideramos que hay alternativas para movilizar al público hacia los museos, antrayéndoles con acciones divertidas o atractivas, o ambas, y que no cuestan dinero. Incluso sacando el museo a la calle, pero de esto último hablaremos otro día.



Hopkins y Foster en El silencio de los corderos

Aunque el lugar no está directamente relacionado con los museos, nos viene a la mente un sitio en concreto que nos puede servir de ejemplo: “Speaker’s Corner”, localizado en la esquina noreste de Hyde Park de Londres. Como muchos sabéis, se trata de un lugar con una misión: propiciar que quien quiera decir algo públicamente, lo haga allí y para quien quiera o esté dispuesto a escucharlo. El lugar se autorregula en relación con los temas que se tratan, siendo ya difícil escuchar discursos ofensivos o utilizando “palabrotas”. La mecánica es muy sencilla, te traes un banquillo de casa que aguante tu peso porque te vas a subir a él, de pie frente a “tu público”, y comienzas a hablar de lo que quieras y a quien te quiera escuchar. Hay quien se ha ahorrado un montón de dinero en psicoanalistas soltando discursos allí, solo hay que afrontar el coste del banquito. Todas las ciudades del mundo deberían tener su propio Speaker’s Corner para que la gente se desahogue narrando cosas interesantes a un público espontáneo.



Pitt y Norton en El Club de la Lucha

¿Qué que tiene que ver esto con los museos? Pues veréis, hay un truco que no falla para atraer la atención sobre algo en concreto dentro del museo. Solo se requiere la participación de dos personas que estén bien compenetradas y que o sean trabajadores del museo o, si son externas, se les encargue la misión. Se puede programar sistemáticamente la introducción de una “polémica amable” sobre un objeto, una pieza, un artefacto, una obra concreta de arte que esté expuesta dentro del museo. Un día una pieza, al día siguiente otra, o se puede hacer una cada semana, todo depende de la disponibilidad de estos “dos actores”. Podemos hacer una dramatización del encuentro entre estos dos personajes en el museo arqueológico de nuestra ciudad. Los dos “visitantes” se encuentran observando una vitrina donde se expone una vasija…



Matthau y Lemmon en La extraña pareja

(En tono amable pero rotundo, que se les oiga bien… La “falsa” discusión, sin ser en absoluto agresiva, puede ser del tipo poli bueno-poli malo) / Antes de comenzar hay que quitar el cartelito que acompaña al objeto, no hay que dar pistas de su procedencia en este caso…

Personaje 1: – Es increíble que digas que es una vasija fenicia y que encima sea una reproducción…

Personaje 2: – Lo increíble es que tu digas que es una vasija romana, y que está claro que contenía aceite de oliva por las manchas que se pueden ver…

P1: Siempre discutes por discutir, en realidad tu no has visto una vasija fenicia en tu vida…

P2: ¿Cómo que no? Yo estuve de observador cuando comenzaron la cata arqueológica del templo fenicio de Mijas…

P1: Tu lo único que viste en Mijas fue el Carromato de Max y a los burros con braguero…

P2: Y tu, ¿qué datos tienes para afirmar que la vasija es romana? Anda, di, di…

P1: El dibujo y la policromía que puedes ver son claramente de manufactura romana del siglo II después de Cristo…

….



Turner y Douglas en La guerra de los Rose

A estas alturas seguro que habrá visitantes que se hayan acercado poco a poco para escuchar la discusión entre los dos “especialistas”. Tiene que hacerse lo suficientemente creíble para no levantar sospechas entre el público del museo, dando pie a la participación, hay que promover que las personas se involucren sin que les resulte violento, e incluso acercar la dialéctica a los niños, si los hubiera, con algún gesto cómplice, siempre entre sonrisas y buen humor. Una vez que ya se ha formado un grupo de opinión activo, los dos “culpables” incitadores pueden desaparecer con cualquier excusa o sigilosamente si el debate está ya encendido. La semana que viene discutirán sobre un cuadro.



Nuestro admirado Coyote y el repelente Correcaminos

Estas acciones son gratuitas para el museo y funcionan, lo mismo que Speaker’s Corner sigue congregando gente con ánimo de escuchar diatribas y aprender, ¿porqué no?. Todo tiene un objetivo, que los museos resulten lugares vivos, sitios donde ocurran cosas diferentes que luego podamos recordar y contar con simpatía a quien nos quiera escuchar. Los museos están muy necesitados de este tipo de acciones, de anécdotas, y si son a coste cero, como la que os acabamos de relatar, pues mejor que mejor.
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