Con huevos y patatas, querámoslo o no, se puede hacer tortilla de patatas. Debemos decir también que siendo aparentemente una receta la mar de simple, la diversidad en el resultado final puede ser asombrosa. Y si, además, nos permitimos la inclusión de algún que otro ingrediente más, pues entonces entramos de lleno en el universo y más allá de la tortilla de patatas. ¿Qué queremos decir con todo esto? Nos referimos a que todos los museos del mundo disponen de los ingredientes necesarios para elaborar su proyecto de museo participativo. Pero lo realmente importante es escoger los ingredientes que hagan del museo un espacio atractivo fundamentalmente para los sentidos, donde el visitante se sienta cómodo y que además se vea identificado y comprometido con el patrimonio que ese museo conserva. El menú no necesita ser complejo y extenso, pero tiene que estar adaptado a todos los gustos.
Creemos que los museos no deben hacer todos lo mismo y de la misma manera, porque, si no, estaremos condenados al fracaso. Debemos ser capaces de generar una marca propia que nos haga visibles e identificables en el conglomerado de museos con los que compartimos misión y visitantes. tenemos que crear un perfil propio, buscar que objetos de nuestras colecciones son verdaderamente singulares y que, por esta singularidad que poseen, se conviertan en una atractivo para la mayoría de los visitantes; que despierten curiosidad a todos en su aran por descubrir cosas nuevas, un verdadero aliciente para visitar nuestro museo. Estos objetos singulares deben ocupar un espacio destacado en el itinerario de la exposición.
Es importantes señalar que cada uno de los objetos expuestos, ya sea en las exposiciones permanentes o en las temporales, tengan entidad propia y no necesiten nada para destacar, pero esto normalmente solo ocurre en los grandes museos. En el mapa de museos la mayoría son locales y muchos son pobres. Estos museos locales deben buscar su propia Mona Lisa, su Nefertiti, su Guernica, sus Meninas, y convertir ese patrimonio particular en objeto de deseo del mayor número de visitantes posible y que sirva para poner en valor el resto de la colección. La elección de esos objetos diferenciadores deben estar relacionados con la comunidad para construir entre todos la identidad del objeto y, en consecuencia, del museo.
Si la comunidad, por razones diferentes – históricas, culturales, identitarias, tradicionales y/o sentimentales -, le da importancia a unos objetos más que a otros, hace falta que los responsables de los departamentos de conservación y educación encuentren la manera de elaborar un discurso que permita explicar el porqué del valor del objeto. Los objetos de las colecciones han de ayudarnos a crear una marca, la Marca que nos identificará. En el caso de los museos locales que luchan por la supervivencia, para conseguir que se conviertan en un lugar atractivo para todos los públicos, necesitará reunir algunos requisitos, unas características únicas y singulares que muestren aquello que es imposible poder ver y, sobre todo, experimentar y sentir en otro museo que no sea el nuestro.
fonte: @edisonmariotti #edisonmariotti Espacio Visual Europa (EVE)
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