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quinta-feira, 13 de outubro de 2016

GEOCULTURA Y DESARROLLO COMUNITARIO, - · en CULTURA, GESTIÓN,INSTITUCIONES, PATRIMONIO. ·

Ser capaz de generar o acceder a los beneficios económicos y no monetarios de la economía creativa debe considerarse una de las libertades fundamentales integrales del desarrollo centrado en las personas

Hace unos años, Ciudades y Gobiernos Locales Unidos, en su “Agenda 21 para la Cultura”, pidió la adición de la cultura como cuarto pilar del desarrollo sostenible. Pero en este capítulo hemos presentado un argumento más ambicioso. Sostenemos, siguiendo al economista caribeño Keith Nurse, que la cultura no debería ser sólo el cuarto pilar, sino el pilar central. Y que alrededor de este pilar central se levanten los otros tres: el económico, el social y el medioambiental. Desde esta perspectiva, la unidad social clave en la que el cambio transformativo tiene lugar es una comunidad culturalmente definida.


El desarrollo de esta comunidad está arraigada en las instituciones y los valores específicos de su cultura, en otras palabras, en sus propias fuerzas y recursos. Es en este sentido que las manifestaciones de cultura aquí analizadas son facilitadoras indispensables para el proceso de desarrollo. Cada una de ellas moldea los sistemas de significación y comunicación de la gente, así como las visiones del mundo y los marcos cognitivos que dan forma a los modos en que se ocupan de los desafíos sociales, políticos y medioambientales. Es también en este sentido en que realmente ayudan a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la agenda de desarrollo de las Naciones Unidas Post–2015.



A menudo, se afirma que las industrias culturales y creativas, en y por sí mismas, contribuyen a procesos como la erradicación de la pobreza, la búsqueda de la sostenibilidad medioambiental o el objetivo de crecimiento con igualdad, incluyendo la equidad de género. Deberíamos ser precavidos ante este tipo de alegaciones generales. Al ser excesivamente ambiciosas, y por tanto fácilmente contrarrestadas, menoscaban el poder de nuestros argumentos para la visión cultural ampliada que perfilamos en este capítulo. Sin embargo, también debemos reconocer las limitaciones inherentes de aquellos argumentos que raras veces pueden ser respaldados por los tipos de evidencias cuantitativas disponibles en la mayoría de otros sectores. Es más, aunque los servicios y bienes culturales contribuyan a la obtención de ingresos y generación de empleo de manera cada vez más significativa, hay otros sectores que pueden hacerlo igualmente bien, si no mejor. El florecimiento de la cultura aporta otros beneficios no materi- ales. Son estos beneficios los que debemos reconocer y fomentar como “bienes” de desarrollo.



El Informe sobre la economía creativa de 2010 revisaba la adopción de las prácticas, las políticas y el pensamiento en torno a la economía creativa en una serie de países en desarrollo, destacando tendencias de mercado, exportaciones y eventos clave. Sin embargo, no fue posible llevar a cabo un análisis más profundo ya que, al ser extremadamente rara la existencia de datos y estudios nacionales recopilados sistemáticamente, la información disponible generalmente no era comparable y la evidencia longitudinal era prácticamente inexistente. El panorama actual es el mismo. La lógica dicta que lo que es cierto para los países, lo será aún más a nivel local, por lo que también a ese nivel los datos son escasos. Además, las definiciones locales de “economía creativa” son diversas y cubren una gama de diferentes fenómenos culturales. Por consiguiente, no es posible preparar un estudio comparativo global debido al presente estado de conocimiento. En su lugar, este capítulo ofrece una visión global de las tendencias clave en diferentes regiones geoculturales, presentando estudios de caso seleccionados. Todos ellos representan una visión ampliada de la creatividad cultural, así como los factores cruciales en el desarrollo de la economía creativa.


En cada región los temas prioritarios son distintos, aunque pueden surgir en otros sitios y en menor grado. El material presentado aquí es selectivo y no cubre cada región de forma exhaustiva. Ha sido extraído, principalmente, de documentos encargados por la UNESCO y redactados por expertos (los expertos son mencionados en los agradecimientos) para proveer diferentes tipos de evidencia (por ejemplo, estudios de caso), para formar y apoyar los argumentos planteados en este informe. Ante la ausencia de datos recopilados sistemáticamente, esta evidencia también surge de la investigación académica existente, así como de actividades de gestión de proyectos y asistencia técnica, implicando interacciones directas con agentes locales en torno a proyectos y estrategias políticas de la economía creativa. Finalmente, debería subrayarse que, aunque se planteen cuestiones de comercio internacional en varios de los estudios de caso, estas cuestiones no se analizan a profundidad, ya que el énfasis de este Informe está puesto en el desarrollo de capacidades, contenido y consumo para y por audiencias locales y regionales, y su compromiso productivo con las industrias culturales y creativas.



Un enfoque a nivel local podría dar lugar a un estudio comparativo de la economía creativa en distintos tipos de asentamientos humanos. Así, los procesos y proyectos descritos podrían ser agrupados según el tamaño de la ciudad en la que se dan, por ejemplo, ciudades “de categoría mundial” o “globales”, como Lagos, Ciudad de México o Bombai; ciudades de segunda fila; ciudades medianas o pequeñas y, por último, diversas áreas ru- rales. Tal clasificación habría sido difícil de alcanzar ya que los marcos analíticos existentes no están preparados para lidiar con los datos de esta forma. Apenas existen datos locales globales y, si llega a hacerse, la recopilación de datos sobre cultura se lleva a cabo a nivel nacional. En cualquier caso, los fenómenos locales siempre están integrados en marcos y contextos a nivel nacional. De modo similar, a menudo están agrupados según las regiones geoculturales en las que existen elementos comunes de historia y práctica contemporánea, así como aspiraciones compartidas. A estos motivos se debe, por tanto, que los indicios y los estudios de caso presentados en este capítulo incluyan información relevante a nivel nacional, y también que sean organizados siguiendo la clasificación regional mundial de la UNESCO.

Working Big


En términos generales, a nivel nacional, los países entran en una de las siguientes cinco categorías: (a) aquellos que han empezado a establecer una política de economía creativa coherente y “en sintonía” con el pensamiento de desarrollo humano; (b) aquellos que han adoptado una agenda de industria creativa esencialmente económica y que está, por tanto, impulsada por el consumo; (c) aquellos que han identificado a la economía creativa como una opción de desarrollo factible, pero cuyos marcos políticos están limitados y/o impulsados a nivel sectorial; (d) países que son conscientes del paradigma de las industrias creativas, pero han escogido no adoptarla dada la naturaleza de sus sectores culturales; y (e) países en los que la economía creativa aún no ha sido reconocida como tal. Los desarrollos a nivel local reflejan estas posturas nacionales de distintos modos, como quedará ilustrado en los estudios de caso de este capítulo. Más importante aún, los países y ciudades han interpretado la noción de “economía creativa” de diversas formas. Además, en todo el mundo se están aplicando distintos tipos de desarrollo de economía creativa, pero no todos están en armonía con la visión de cultura como eje central del desarrollo.






Fonte: @edisonmariotti #edisonmariotti
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